miércoles, diciembre 27, 2006

Una gran familia feliz

Jorge Ayala Salinas

“El nuevo lema es ser digitales”
Giovanni Sartori

Rodo -que es arquitecto y dirige un estudio- me habla del último encargo que ha recibido; inusual en su experiencia diseñando museos, galerías de arte y viviendas en la ciudad, el campo y la playa.
El proyecto encargado es un nido-guardería que pretende involucrar directamente a los padres en la educación de sus pequeños hijos y su relación con las maestras, misses o tías encargadas de su cuidado y cultivo personal (la seguridad es lo primero) adoptando el modelo Big Brother popularizado en programas para la televisión. Explico: los padres podrán monitorear a través de Internet y las cámaras ubicadas estratégicamente en cada aula y en tiempo real, la relación entre la maestra y sus hijos. Bastará conectarse y a la velocidad de un click desde la oficina o el hogar cómodamente instalados podrán observar como aprenden sus niños, como se relacionan con sus compañeritos y, además, tomar nota de la eficiencia en el encargo y su adaptación al modelo educativo y la relación con la maestra.
La escuela y guardería convertida en una suerte de Panóptico. El fármaco reclamado por la paranoia cultural y los hogares dual career.


_Mira, ese es tu hijo
_ Sí, y le va a pegar al tuyo
_ No puede ser, llamaré ahora mismo a la escuela, tienen que impedirlo


Del video-niño al video-papá. Interacciones con la cámara, homo videns, sociedad teledirigida, el triunfo de Sartori.
Los padres podrán sentirse “seguros” y estará garantizada la educación y el cuidado de los niños. El costo de la no inseguridad (ahora que vivo en Lima no dejaba de conmoverme observar como los candidatos municipales hablaban del tema) de los padres será la inseguridad de las maestras en el proceso de su labor; un proceso de corrección y afectos. ¿Privará el fenómeno interactivo el libre albedrío de las maestras?


Abro aquí un paréntesis. Quienes hemos sido observados durante la asesoría de nuestra formación como psicoterapeutas, conocemos el impacto que ocasiona frecuentemente la cámara y las personas detrás de nosotros observando y cuestionando. Y eso que no son precisamente los padres de nuestros clientes, sino alumnos como nosotros, compañeros de práctica. Pero en fin, creo que en nuestra labor es un lindo proceso. Necesario para aprender. Cierro paréntesis.


Virilio señala que la velocidad es el poder mismo. Y la velocidad absoluta configura a su vez un poder y un control absoluto, un poder casi divino. Los tres atributos de lo divino son: ubicuidad, instantaneidad e inmediatez.
¿Que posibilidad de contacto puede ofrecer una relación docente / padre de familia cuando todo ha dejado de ser expectativa? ¿Cuando todo ha sido ya visto y virtualmente regulado? ¿Cuales serán los límites si tenemos en cuenta la profundización ilimitada de la red?
El mundo se hace pequeño y surge la contaminación de las dimensiones reales: pérdida del cuerpo propio y el mundo real en beneficio del mundo virtual y su regulación virtual. Nos sentimos más cerca de aquello que está lejos y percibimos más lejano aquello que tenemos cerca.

_ Mami, te cuento que hice hoy
_ No hace falta, lo vi todo

Estamos en el siglo XXI; parafraseando a Virilio, el siglo en que las pérdidas superarán las ganancias. No hay adquisición tecnológica sin pérdida en el nivel del ser vivo. Un fenómeno constitutivo y disociativo. Para Einstein, la interactividad es a la bomba informática, lo que la radioactividad es a la bomba atómica. ¿Impedirá o restituirá la información mediática el diálogo y las reuniones?

Los padres irán configurando “un estar ahí” que se convierte al mismo tiempo en un “fuera de allí”. El tiempo real reduce los trayectos en la mediación del proceso educativo.

En la educación y los afectos hay una esfera que todavía hay que ENSEÑAR.