miércoles, diciembre 27, 2006

Violencia de género en el Perú

María Andrea Ganoza Bogdanovich


Entre los años de 1999 - 2003 en nuestro país cada 6 de 10 mujeres eran victimas de violencia en sus relaciones de parejas. Actualmente los datos continúan aumentando.


Se cree que las desigualdades económicas, políticas, sociales y culturales existentes en nuestro país, generan un gran desequilibrio de poder que junto a una innegable base machista permiten una presencia asumida y de cierta manera aceptada de violencia de género. Miguel Angel Ramos(2006) en su libro Masculinidad Y Violencia Conyugal plantea lo siguiente: “La violencia es parte del sistema de dominación, y al mismo tiempo es señal importante de su debilidad. Una jerarquía fuertemente legitimizada no tendría que hacer uso de la fuerza para imponerse”.El machismo es una forma de relacionarse bajo un conjunto de reglas, roles y valores patriarcales que proponen la supuesta inferioridad de la mujer frente a lo masculino, es por esto y bajo este contexto que ya no es necesario ser hombre para ser machista.


Sabemos que el género a diferencia del sexo no está determinado biológicamente; es más bien una construcción social y dentro de esta sociedad estamos constantemente educando en roles, cualidades y valores que fomentan el machismo y la violencia. Esta educación se inculca diariamente a hombres y mujeres con frases tan propias y comunes en el argot popular como: “Más te pego más te quiero”. Hemos creado roles femeninos y masculinos tradicionales que no sólo ocultan la violencia sino que la mantienen bajo un consenso social.


Dentro de los roles que la sociedad aplica al varón está el no mostrar signos de debilidad: sentimientos como la tristeza y el miedo o la ternura son vistos como anti-masculinos y por ende inútiles para la función varonil de dominio, por tanto estos sentimientos son negados para luego ser remplazados y expresados como cólera o rabia. Estas expresiones no sólo son aceptables sino provechosas en el sentido que engrandecen al varón frente a los demás, reafirmando su posición. Es así que la vergüenza y la inseguridad que se esconde tras la violencia es reemplazada por su opuesto, el orgullo.


De igual forma existen muchos hombres que no golpean a sus esposas basándose en la idea de que golpear a una mujer es anti-masculino pues las mujeres son débiles; los códigos de buenos modales han influido mucho en esta y otras creencias generando así micro machismos disfrazados de amor y respeto. Entonces, si un hombre controla a su mujer para “protegerla” esta cumpliendo su rol de buen marido, en vez de decir que la está celando espantosamente debido a su inseguridad.


Estadísticas del MINSA publicadas en El Comercio el día 11/08/06 nos dicen que los celos excesivos o "conducta celotípica" afecta a aproximadamente entre el 40% y 50% de las parejas en el Perú, es decir casi la mitad de las relaciones de parejas están siendo afectadas por celos enfermizos y destructivos. Los índices son alarmantes. Se estima que por cada 7 varones celosos en exceso, existen 3 mujeres con "conducta celotípica” y los especialistas señalan que estos datos van de la mano con nuestra cultura machista.


Existen muchos mitos sobre la violencia que debemos eliminar. Por ejemplo que la familia con dos progenitores es lo ideal y que deben permanecer unidos a todo coste, sin evaluar la calidad o riesgos de la unión familiar. De igual manera se nos inculca que el hogar es un espacio privado y que “No se deben ventilar los trapitos sucios al aire” ni meternos en los asuntos de una familia por más problemas que exista en ella. De esta manera se permite la presencia constante e invisible de la violencia familiar.


La violencia de género es un hecho, sin embargo muchas personas comentan: “No existe agresor si no existe víctima, la mujer si quisiera podría dejar a sus parejas, pareciera que les gusta el golpe”. Considero que realmente no existe víctima sin victimario, lo que muchas veces no se comprende de la violencia de género es que esta es un proceso y como tal tiene distintas etapas; mayormente comienza con sutiles frases que van disminuyendo a la persona, junto a un aislamiento progresivo de la víctima de su medio de apoyo social. Así su soledad incrementa la dependencia hacia su pareja.


Después de un primer suceso violento el agresor se comporta “amorosamente”, alternando la violencia con ciclos de arrepentimiento, lo cual confunde a la víctima creando ambivalencia en el ambiente. Quiere creer en las promesas de su pareja; sin embargo conforme pasa el tiempo estas promesas se convierten en amenazas y los intentos de la víctima por evitar la violencia se vuelven fracasos. Esta situación desemboca en un sentimiento de “desesperanza aprendida”, creyendo que nada de lo que pueda hacer cambiará su situación. Para este punto la mujer esta tan desvalorizada que ha internalizado la opresión considerándose ella misma inferior e incapaz de hacer algo. Analizando desde este contexto y teniendo en cuenta el consenso social existente, tal vez podamos entender mejor por que las víctimas no llegan a separase de su pareja y podamos comenzar a cambiar nuestras actitudes frente al machismo y el desequilibrio de poder en el que actualmente nos encontramos.

1 Comments:

Blogger Paula Vientonorte said...

Brillante. De verdad muy buen aporte. Pero es que las mujeres tenemos que aprender a reforzarnos las unas a las otras antes que al marido, el hijo, el sobrino, el amante, el papá y sus ideas.

Y lo escrito es válido para el Perú, y por supuesto para Chile, y Argentina, y Bolivia... etc.

5:17 p. m.  

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