viernes, abril 07, 2006

EL ACHORAMIENTO

María Andrea Ganoza Bogdanovich

En el Perú nadie es libre de un grado de achoramiento, este es un fenómeno que poco a poco ha ido calando y deteriorando a su vez la solidaridad colectiva, fomentándose en cambio un individualismo extremo de sálvese quien pueda, en donde “el vivo vive del zonzo y el zonzo de su trabajo”, donde esto es tan común que no nos sorprende.

Anteriores estrategias de ascenso social: Arribismo- Estrategia:

Aproximadamente por los años 70, el mecanismo social por excelencia era el arribismo, que se instauró en el Perú como consecuencia de una estratificación social rígida, en la que el poder se encontraba concentrado en un solo grupo social que ejercía un total control sobre los canales de movilidad social. Debido a esto, para ascender se debía obtener una disposición favorable por simpatía del superior.

Entonces como el poder se encontraba en un solo nivel social, para acceder a este se debía (como decimos en jerga cotidiana) sobonear, chupar medias y adular al superior como único medio para surgir, produciendo así un relación triádica donde hay un adulador, un adulado y un desacreditado (cualquier otro trabajador con vistas de ascenso es desprestigiado con chismes, criticas, ironía, etc.).

Sin embargo por esas fechas nos encontrábamos con el Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas (1968- 1975), el cual pretende liquidar la sociedad oligárquica mediante la reforma agraria, la nacionalización de la banca, etc., y con este nuevo contexto, el arribismo-estrategia queda eliminado, pues el poder ya no queda concentrado en un grupo social (ya no hay a quien sobonear).
Es desde este momento que el arribismo- estrategia se empieza a ver reemplazado por las estrategias de ascenso achoradas.

Y, ¿qué es el achoramiento?

La palabra achorado deriva de la palabra “choro” (ladrón), persona que vulnera las normas y derechos de los otros, por tanto implica amoralidad.

El achoramiento se caracteriza por una acción personal con la cual se pretende escalar posiciones en la estructura social mediante una conducta prepotente, violenta y de desprecio por el otro, en donde la única meta es el éxito personal.

Por tanto el achorado es una persona que da una valoración positiva a los objetos socialmente concebidos como bienes dignos, con el fin de poseerlos, siendo sus bienes más preciados el poder, el dinero, y el prestigio; y la corrupción y el fraude sus estrategias para conseguirlos. Sin embargo estas características podrían confundirnos y hacernos pensar que el achorado es un antisocial, al cual no le importan las normas. No obstante, a diferencia del antisocial, los achorados son personas integradas al sistema, que si respetan normas (las que les convienen claro), convirtiéndolas en un saludo a la bandera, no las violan indiscriminadamente, sino mas bien las somete a una evaluación costo-beneficio, aviniéndose a su cumplimiento si coinciden o promueven sus intereses y quebrantándolas al ser un obstáculo.

Por estas razones a diferencia de lo que muchos pueden pensar, el achorado no nace de las clases populares (no importa la apariencia, la educación o el nivel económico), viene como la difusión de un patrón cultural y mentalidad capitalista.

Oswaldo Medina lo define como: “Una estrategia de ascenso social basado en un pragmatismo maquiavélico y en la mercantilización de las relaciones humanas promovidas por un capitalismo cada vez mas concentrador, excluyente, desregulado y deshumanizante”.

Por tanto, basándonos en dicha definición podríamos decir que el achoramiento aparece frente a la incongruencia entre el valor culturalmente establecido y las restricciones socio económicas que limitan el acceso a estos.

Es decir que cuando nuestro nivel de ingresos, prestigio o capacidad de ascenso social no es acorde con nuestras aspiraciones (inducidas por la educación y reforzadas por la publicidad), empezamos a sentirnos frustrados y si esta frustración persiste, la persona adopta medidas violentas, como las achoradas.

Y siendo las normas un saludo a la bandera y considerando a la persona honrada como un tonto, el achorado emplea una posición pragmática, mercantilizando las relaciones humanas, por lo que el lucro no tiene coste social, humano o ambiental.


* Texto apoyado en el libro: “El achoramiento, una interpretación sociológica” de Oscar Medina

Bibliografía complementaria:

- La pobreza, el desarrollo y, la globalización (y una solución final) - Manuel Jesús Granados Aponte.

- Articulo: “La cultura del salvajismo”, suplemento “El dominical”, Trujillo 19/02/06.

- Los estilos de vida en el Perú.- Rolando Arellano Cueva.




Cronograma de actividades

Se ha establecido el cronograma de actividades para el mes de abril e inicios de mayo, que incluyen las siguientes exposiciones:

10 de abril. Terapia NarrativaCharo Gamarra
Aporte crítico: María Andrea Ganoza

17 de abril: Realidad social mineraYacila Deza
Aporte crítico: Charo Gamarra

24 de abril: Constructivismo socialLuis Carlos Vallejo
Aporte crítico: Yacila Deza

1º de mayo: Terapia Post Racionalista - José Manuel Valderrama
Aporte crítico: Luis Carlos Vallejo

Está previsto además, para este mes, realizar el conversatorio, Y a fin de cuentas, ¿qué es el amor?, con fecha y lugar a definir muy pronto. Estaremos informando.

lunes, abril 03, 2006

PODER Y PSICOPATÍA
El ciclo de improvisación y autoritarismo
Jorge Bruce
El rostro imperturbable del candidato Ollanta Humala, cuando responde preguntas en televisión, impacta favorablemente a mucha gente. Transmite la imagen de un político cuajado que no se exalta, en las antípodas de la memorable "mala leche de la puta madre" de Arturo Woodman. Da la impresión de una persona controlada y segura, que no se inmuta cuando lo cuestionan y que sugiere, mas bien, "mirar hacia delante". Pero cuando se mira hacia atrás en su trayectoria, surge tal cantidad de evidencia contraria con esa figura pétrea, que uno tiene que preguntarse por esa chirriante discordancia. Tenemos a un militar que sirvió en zonas de emergencia, sobre quien pesan gravísimas y fundamentadas acusaciones de reiteradas violaciones a los derechos humanos, con investigadores ten serios como la Coordinadora de Derechos Humanos, el periodista Edmundo Cruz de La República y el propio informe de la CVR, acusándolo. El capitán Carlos (un G2), que el señor Humala, tras intentar negarlo, ha terminado por admitir era su apelativo en la zona de Madre Mía en 1992 y 1993, ha sido reconocido por varios testigos de esa zona, vinculándolo a diversos crímenes. Susana Villarán ha informado que la gente del lugar tiene miedo de que salga elegido. Jaime Bayly, en su programa El Francotirador, al cual el comandante se niega a acudir, presentó una serie de documentadas preguntas que el candidato está obligado a responder. Por ejemplo, cómo pudo permitir que su hermano Antauro publicara un periódico con su nombre –Ollanta– durante varios años, en el cual se hacía una apología de la violencia solo comparable a la del senderismo, sin qu eeste hiciera retirar su nombre. Obviamente avalaba esa incitación a ejecuciones, fusilamientos y demás paredones, en una amalgama confusa de xenofobia, racismo y homofobia que parecen ser escenarios básicos del imaginario familiar.¿ME HABLAS A MÍ?Pero cuando Ollanta Humala niega afinidad alguna con ese discurso ultraviolento que suscribió con su silencio durante todos esos años, incluso cuando recibía un sueldo de más de ocho mil dólares del Estado peruano en París y Seúl, no se le mueve un músculo del rostro, excepto para esbozar una sonrisa condescendiente. Esa inexpresividad algo irónica, esa manera de no alterarse y responder sin brillo pero con una calculada tranquilidad, a mí, lejos de transmitirme la confianza que inspira una conciencia tranquilla, me enciende todas las alarmas psicopatológicas. No solo no me la creo: me produce una inmensa preocupación. Como no soy de los que se alarman con facilidad, me he preguntado por el origen de esa inquietante resonancia. Lo he pensado mucho antes de ponerlo por escrito. Soy consciente del riesgo de una afirmación sustentada en una confrontación entre datos públicos acerca de un candidato a la presidencia de la república, y mis percepciones no solo de ciudadano, también de profesional, pues ambas facetas de mi identidad son, en este caso, inseparables. entiéndase bien: no estoy haciendo un diagnóstico a distancia del candidato Humala Tasso, a quien no conozco. Estoy transcribiendo mis reacciones a sus presentaciones, teniendo como telón de fondo indicos tan serios como los mencionados. NI SATANIZO NI PSICOANALIZO: OPINO. Esa falta de conexión con las terribles preguntas que se le formulan, que algunos interpretan como la actitud despreocupada de quien nada teme pues nada debe, a mí me evoca la desconexión psicopática del nivel alto: aquiella que permite ejecutar y negar las acciones más atrocesa fin de conquistar y preservar una situación de poder. Para lograrlo se requiere una ausencia de identificación con el sufrimiento del otro, más una manipulación consciente de los demás y una sensibilidad antisocial disfrazada de empatía. Excepto –y ahí está el quid del asunto– que su falta de reacción es precisamente lo que llama a sospecha. Hace pensar en una mente escindida, capaz de suscribir y probablemente actuar cuna violencia intolerante y fanática contra gente indefensa, para luego presentarse como un reposado demócrata a carta cabal. Por eso su sangre fría, lejos de hacerme sentir seguro, me exige decir lo arriba expuesto. Esta es una de esas ocasiones en que, como decía Hanna Arendt, el peor delito es callar.

Publicado en la sección Asuntos personales de la revista Somos (N° 1008), suplemento del diario El Comercio, en Lima, Perú, el sábado 1 de Abril de 2006.