sábado, enero 05, 2008


Para quienes aun no se encuentran familiarizados con las Técnicas de Última Generación que se vienen impartiendo y desarrollando en IFAMI, les dejamos un artículo escrito por los responsables de dicha formación.



César Vásquez Olcese & Teresa Mendo Zelada



El título de este artículo proviene de una película protagonizada por Jim Carrey, en la que los personajes, luego de sufrir decepciones amorosas, se someten a un tratamiento especial que borra de sus memorias los eventos dolorosos. Los personajes así tratados, se enfrentan nuevamente a la vida, esplendorosos y aligerados, con el “disco duro” convenientemente “formateado”.


Lamentablemente aún no se ha desarrollado la tecnología que logre producir esas “lagunas mentales terapéuticas”. Salvo tal vez lo que se dice de ciertos métodos practicados por la CIA y la KGB, para “blanquear“ las mentes de agentes capturados, y programarlos con información nueva y conveniente para una u otra potencia en conflicto. Como ello aun no está demostrado, todavía pertenece al terreno de la mitología urbana y a las afiebradas mentes de los cazadores de conspiraciones, adictos a los programas del History Channel.


No obstante, el estado actual de desarrollo de las neurociencias y de las terapias que se desprenden de dichos avances, nos presentan diversas metodologías y enfoques terapéuticos que permiten alcanzar logros muy cercanos al “formateo” mental y la erradicación total de recuerdos traumáticos. Dichos métodos son lamentablemente desconocidos aún por la gran mayoría de profesionales de la conducta peruanos, de allí que no puedan ofrecerlos al público que sufre y puebla los consultorios de psicólogos y psiquiatras en busca de alivio. La intención de este artículo entonces es sacarlos a la luz, y hacer saber a profesionales y legos de la psicología que las terapias del siglo XXI ya se encuentran entre nosotros y a nuestra disposición.


Si a un terapeuta convencional y no actualizado se le pregunta si un trauma, una fobia, un rencor, un duelo o cualquier emoción negativa, pueden ser eliminados, “curados”, en una sola sesión de tratamiento y en pocos minutos, lo más probable es que sonría piadosamente y nos diga que no. ¿Una fobia en una sesión? ¡En un mes tal vez! Puede que en tres o cuatro. Si es un psicoanalista, puede que nos diga ¡en una década! En psicología, curación y rapidez no se pueden asociar. Todos nos entrenamos para aceptar que un “buen” tratamiento, que merezca el nombre de tal y sea “profundo” (sea lo que sea que ello signifique), debe tomar mucho tiempo. Todo lo demás son supercherías o pseudocuraciones que solo alivian y/o desplazan los síntomas.


Eso sería verdad hasta hace 20 años, pero en la actualidad no lo es. Ahora existen (incluso aquí en Trujillo) métodos que permiten lograr tales “prodigios” terapéuticos. Su efectividad es tan notoria que viene a equivaler a una verdadera “cirugía láser” mental.


El primer método que podemos mencionar es el EMDR. Puesto en circulación desde 1989, su efectividad para tratar el malestar psicológico es tan grande que la OMS lo ha escogido como tratamiento de elección para traumas y toda patología de base traumática. Su tasa de éxitos supera de largo el 80% si lo aplica un terapeuta entrenado y con experiencia.En esencia, EMDR consiste en brindar al sujeto estimulación bilateral (movimiento de los ojos de un lado para el otro, toques en las manos o rodillas, o sonidos alternados en uno y otro oído) mientras focaliza su atención en la experiencia traumática que se encuentra debajo de sus síntomas.

Se obtiene de esta manera desensibilización (el malestar emocional pierde intensidad y desaparece) y reprocesamiento (surgen nuevas formas comprensión del problema, nuevos puntos de vista y mayor creatividad). En un lapso de una a tres sesiones, un trauma intenso, que incluso puede habernos perturbado significativamente durante décadas, desaparece y no resurge jamás. Muchas veces la mejoría es tan rápida y evidente que el paciente (y el terapeuta novato) no lo puede creer. Últimamente también se le aplica no solo para curar, sino también pare prevenir e incluso para promover. David Grand, terapeuta EMDR norteamericano, lo usa en el desarrollo de habilidades artísticas, literarias y deportivas. Su método, Brainspotting, ayuda a actores, escritores, jugadores de golf y fútbol, a meterse mejor en los personajes, salir de la parálisis de escritor o imaginar y desarrollar una jugada esquiva. Es el terapeuta de Hollywood y de la élite deportiva norteamericana. La estimulación bilateral del cerebro demuestra ser, entonces, un recurso de muchísima importancia, descubierto recién a la luz de los últimos avances en neurociencias.


Otro método que obtiene similares resultados es el TIR (Traumatic Incident Reduction). Desarrollado a mediados de los noventas, el TIR consiste en invitar al paciente a repasar mentalmente y a contar en reiteradas ocasiones el relato de su trauma. Con cada repaso y narración, la asociación con el evento y su significado psicológico se van haciendo cada vez más intensos, llegando a un punto de abreacción y descarga emocional que cierra y alivia definitivamente el malestar. La catarsis es el aspecto característico de este método. Ello mismo genera en muchos terapeutas reparos para su aplicación, pues aducen que se hace sufrir al paciente como requisito para poder ayudarlo. Ello tal vez sea parcialmente cierto, y en mucho depende de la pericia del terapeuta, pero es innegable su efectividad comprobada. La idea es que la evitación constante que hace la persona frente a su experiencia y malestar son precisamente el factor que impide su resolución; al evitar pensar o recordar lo que le pasó, se impide que el cerebro reprocese la experiencia y se mantenga intentando una y otra vez cerrar la situación. Este método nos indica claramente el mecanismo por el cual el malestar psicológico se mantiene, y además, nos señala que hasta el cerebro tiene un límite de tolerancia, luego del cual los procesos autocurativos se ponen en marcha. No es claro el origen de este método y de las ideas que lo sustentan; lo que sí es evidente es su extremo parecido con otro método mucho más antiguo, y definitivamente mucho más polémico, como es la Dianética.


Un tercer método sumamente eficaz en el tratamiento del trauma y otras dolencias psicológicas lo constituyen las Emocional Freedom Technics (EFT). Estas técnicas de libertad emocional se basan en las ideas de la psicología de la energía, la que a su vez se inspira en la acupuntura y la medicina oriental. Gary Craig, ingeniero de profesión, pero humanista de convicción, luego de una búsqueda de décadas sobre métodos que ayuden eficazmente al crecimiento personal, se topó con la Terapia del Campo del Pensamiento (TFT) del psicólogo Roger Callahan. Al ver que era un método de ayuda muy eficaz pero algo complicado, como buen ingeniero decidió simplificarlo y a la vez aumentar su potencia y eficacia. Surgió así esta técnica sencilla, no verbal y muy poco convencional, que inicialmente desconcierta al profesional y a los pacientes, pero que luego los deja estupefactos al lograr liquidar un trauma en 10 minutos o menos. Su método consiste en percutir (hacer tapping) sobre determinados puntos de los terminales de acupuntura, mientras el paciente concentra su mente en el malestar que lo aqueja. Luego de algunas rondas de tapping (suelen ser de una a cinco) el alivio se hace evidente y permanente. Con EFT se pueden tratar desde un malhumor temporal hasta trastornos de estrés postraumáticos. Su aplicación a problemas somáticos también es muy eficaz. Esta es una de las terapias que más se acerca a la noción de “panacea” o curalotodo. Al menos en el campo de lo mental es muy poco probable que no solucione un síntoma de distres, perturbación, tristeza e incluso de adicciones.


Finalmente, tenemos las llamadas Técnicas de Integración Cerebral (TIC). Dentro de ellas están la Técnicas de Un Ojo por Vez y la Técnica de los Anteojos. Ambas se basan en la idea de que los traumas se deben a la falta de sincronía entre ambos hemisferios cerebrales. Ello se debería a la intensidad de la experiencia vivida, que agudiza y acentúa las diferencias funcionales interhemisféricas y estanca el procesamiento de la experiencia. El trauma se “congela” y surgen los síntomas (miedos, fobias, ansiedad, etc.). Se crea una “comisurectomía” funcional (separación de ambos hemisferios, por intervención quirúrgica), al predominar un hemisferio y sus funciones (generalmente el derecho: emociones negativas, alerta, trauma) sobre el otro (el izquierdo: análisis, comprensión e integración). Este “eclipse” interhemisférico produce la perpetuación del malestar, pues al estar el hemisferio dominante y verbal –izquierdo- inhibido, y siendo éste necesario para situar al sujeto en el presente, se vive entonces en el pasado permanentemente, reviviéndolo una y otra vez, sin poderlo superar. No se pasa la página nunca.


Las TIC, con cualquiera de sus dos técnicas, permiten enfocar la experiencia estancada con cada hemisferio por separado, y de esa manera romper el bloqueo y superar el trauma. En síntesis, se le pide al sujeto que piense en la experiencia y la contemple alternadamente ocluyendo un ojo y luego el otro. Al poco tiempo se perciben diferencias en la repercusión emocional, y el malestar disminuye considerablemente. En un 90% de los casos o más, el malestar desaparece por completo al cabo de pocos minutos.


Para quienes escriben esto, ya se empieza a hacer costumbre “destraumatizar” a un paciente en una sola sesión de tratamiento. Podemos eliminar una fobia a hablar en público, junto con la experiencia que la originó y otras experiencias asociadas, y permitir que el paciente vaya directamente a enfrentar a un público con éxito. Nos preguntamos qué utilidad no tendría en nuestra muy necesitada población; especialmente en la pobre, marcada por la desesperación y el trauma. Estamos convencidos de que es solo cuestión de tiempo que estos métodos se generalicen y sean las terapias del futuro….que se usan ya en el presente.