Manifiesto contra la Juventud
Un nuevo fantasma recorre el mundo. Sin encontrar obstáculo a su paso agiganta su figura y con sus aterradoras alas oscurece nuestro tiempo y su futuro: es el fantasma de la estupidez. Enorme en su presencia y en el vacío que convoca. Su rostro poliformo se hace lenguas de lo estéril y de su inocuo corazón parte el mensaje letal que corrompe y paraliza: la obligación de ser por siempre jóvenes.
Convertido en ley, el viejo mito arrasa las conciencias y debilita el alma. Concede impunidad por la apariencia. Enaltece la cobardía y la ignorancia. Niega el cuerpo, la belleza. Prohíbe la muerte. Contra la naturaleza, promueve el sentimiento de culpa por vivir, ese pecado que es saber. Este engaño ha penetrado ya hasta las mismas raíces del cuerpo social y ha llevado a este estado final de estupidez extrema en el que nos vemos obligados a subsistir. Por ello invocamos al viejo y olvidado espíritu de resistencia.
1. Contra el síndrome juvenilista que infecta a la sociedad occidental y prestigia al sector más inútil, ignorante, vacío y conservador de sí misma: los jóvenes.
2. Contra los jóvenes en general de nuestro tiempo, por su actitud llorona y cobarde. Su falta de imaginación y generosidad. Su pasividad en las propuestas del futuro. Su ovejuna conversión en masas consumistas disciplinadas y acríticas.
3. Contra los estudiantes. Ceporros hibernados en las cárceles de las aulas, que aceptan todas las vejaciones del sistema con el único objetivo de ganar algún dinero del día de mañana.
4. Contra los dóciles lameculos que creen que su juventud es un estado de gracia que les concede el don de la impunidad.
5. Contra los artistas jóvenes. Metástasis funesta; copiones, descerebrados. Satisfechos en sus ridículas aportaciones. Que todavía confían que el arte sea un mercado.
6. Contra la música juvenil. Contra la industria, los músicos, los grupos de tarados. Se les acaba el bacilón: hasta los niños se están aburriendo de vosotros.
7. Contra las discotecas. Catedrales histéricas donde el alma se disuelve en blando infierno. Bebedores de refrescos, manchita de impotentes.
8. Contra la moda juvenil y su obsesión por las marcas. Jerarquía espúrea, clasismo de calcetín que es escuela de racismo, ligereza de opiniones y desprecio por el otro.
9. Contra los jóvenes desempleados. Auténticas marmotas en posición sadomizable. Sacos repletos de autoestima, que no se inventan nada ni se van de casa, ni emigran, ni siquiera se disuelven en el aire. Sólo dejan de llorar mientras están bebiendo.
10. Contra la industria completa del juvenilismo con sus pontingues falsarios, sus modelos desfasados, su mensaje enfermo y mentiroso.
11. Contra los que se obsesionan con el cuidado del cuerpo. Los que pedaleando al infinito en un palmo del terreno disminuyen su grasa y su cerebro. Condenados al fin, acomplejadas bestias, a trotar y trotar hacia la muerte.
12. Contra los que se cambian de cara; los rejuvenecidos. No nos engañan: sabemos que son realmente jóvenes, a pesar de la máscara.
13. Contra la estupidez general, que emerge, fluye, vuela y amenaza con ahogar con lo que de humano queda en esta nueva arquitectura de la nada.
(Publicado en El Europeo en febrero de 1992)
Un nuevo fantasma recorre el mundo. Sin encontrar obstáculo a su paso agiganta su figura y con sus aterradoras alas oscurece nuestro tiempo y su futuro: es el fantasma de la estupidez. Enorme en su presencia y en el vacío que convoca. Su rostro poliformo se hace lenguas de lo estéril y de su inocuo corazón parte el mensaje letal que corrompe y paraliza: la obligación de ser por siempre jóvenes.
Convertido en ley, el viejo mito arrasa las conciencias y debilita el alma. Concede impunidad por la apariencia. Enaltece la cobardía y la ignorancia. Niega el cuerpo, la belleza. Prohíbe la muerte. Contra la naturaleza, promueve el sentimiento de culpa por vivir, ese pecado que es saber. Este engaño ha penetrado ya hasta las mismas raíces del cuerpo social y ha llevado a este estado final de estupidez extrema en el que nos vemos obligados a subsistir. Por ello invocamos al viejo y olvidado espíritu de resistencia.
1. Contra el síndrome juvenilista que infecta a la sociedad occidental y prestigia al sector más inútil, ignorante, vacío y conservador de sí misma: los jóvenes.
2. Contra los jóvenes en general de nuestro tiempo, por su actitud llorona y cobarde. Su falta de imaginación y generosidad. Su pasividad en las propuestas del futuro. Su ovejuna conversión en masas consumistas disciplinadas y acríticas.
3. Contra los estudiantes. Ceporros hibernados en las cárceles de las aulas, que aceptan todas las vejaciones del sistema con el único objetivo de ganar algún dinero del día de mañana.
4. Contra los dóciles lameculos que creen que su juventud es un estado de gracia que les concede el don de la impunidad.
5. Contra los artistas jóvenes. Metástasis funesta; copiones, descerebrados. Satisfechos en sus ridículas aportaciones. Que todavía confían que el arte sea un mercado.
6. Contra la música juvenil. Contra la industria, los músicos, los grupos de tarados. Se les acaba el bacilón: hasta los niños se están aburriendo de vosotros.
7. Contra las discotecas. Catedrales histéricas donde el alma se disuelve en blando infierno. Bebedores de refrescos, manchita de impotentes.
8. Contra la moda juvenil y su obsesión por las marcas. Jerarquía espúrea, clasismo de calcetín que es escuela de racismo, ligereza de opiniones y desprecio por el otro.
9. Contra los jóvenes desempleados. Auténticas marmotas en posición sadomizable. Sacos repletos de autoestima, que no se inventan nada ni se van de casa, ni emigran, ni siquiera se disuelven en el aire. Sólo dejan de llorar mientras están bebiendo.
10. Contra la industria completa del juvenilismo con sus pontingues falsarios, sus modelos desfasados, su mensaje enfermo y mentiroso.
11. Contra los que se obsesionan con el cuidado del cuerpo. Los que pedaleando al infinito en un palmo del terreno disminuyen su grasa y su cerebro. Condenados al fin, acomplejadas bestias, a trotar y trotar hacia la muerte.
12. Contra los que se cambian de cara; los rejuvenecidos. No nos engañan: sabemos que son realmente jóvenes, a pesar de la máscara.
13. Contra la estupidez general, que emerge, fluye, vuela y amenaza con ahogar con lo que de humano queda en esta nueva arquitectura de la nada.
(Publicado en El Europeo en febrero de 1992)
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